Dicen por allá al norte: "Bad Taste is better than no taste", significando que es mejor tener mal gusto que no tener gusto.
Incursionando es esas áreas de la modernidad, me descubrí completamente fetichizado por el singular look de los nipones. Nuestros excéntricos vecinos de las antípodas de la Tierra resultan ser dueños no solo del sushi y del teatro kabuki, sino también de una singular inclinación, casi patológica, ¡por el mal gusto! Mi amor por ellos explotó como una bomba molotov y me sumergí obsesionado en sus subculturas: Harayuku, Ganguro, Yamamba, Otakus, Cosplayers y un etc. infinito como la saga de Dragon Ball.
Esta decadencia no podía menos que convertirse en una nueva inspiración para hacer moda. Porque, por más lateral que parezca, esto también es moda. Kitsch, camp, grotesca o como quieran llamarla, pero moda al fin.
Como decía el finado Federico Klemm al respecto:
"El Kitsch es una categoría estética de nuestra contemporaneidad que no tiene que ver con una sistematización del mal gusto, sino con una exacerbación de lo artificial y lo desmesurado"
El rey a muerto, larga vida al rey.
Pasen, vean y critiquen. Bolsas para el mareo se administran a la salida.
Que HDP1
Que HDP2
Que HDP3
Que HDP4
Que HDP5
Que HDP6
Nuestra versión de la moda Hayayuku fue un poco más allá y mezclamos lo plástico y barato con anillos de piedras y accesorios fenomenalmente costosos. Creo que le valío el despido a la agencia de prensa que nos los facilitó. Ups.
Nuestra modelo, Giuliana Caramuto, en ese momento recién llegada al mundo de la moda, aportó su cuota de gracia y belleza. Hoy en día desfila para Chanel, y pesa la mitad.
Moraleja: elegantes podemos ser todos con solo vestirnos de negro minimalista, pero es mucho más divertido ser excéntrico y mandar todo al diablo.
Atte. AF
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